...El tiempo, per se, no existe; es en el devenir continuo de la existencia
de las personas que nos damos cuenta de que estamos hoy, que estuvimos ayer y
que, probablemente, estaremos mañana...
Es una pregunta difícil de responder. Pero voy a intentarlo, tratando de hacerlo de la manera más sencilla.
El tiempo, per se, no existe; es en el devenir continuo de la existencia de las personas que nos damos cuenta de que estamos hoy, que estuvimos ayer y que, probablemente, estaremos mañana, y fue esa realidad la que nos llevó a establecer el concepto del tiempo; que tiene forma, volumen ni peso, pero que se puede medir.
De hecho, el tiempo es la duración limitada o ilimitada de los cambios en las personas o las cosas.
El hombre, desde que era un animal cazador, se dio cuenta de que al lapso de la luz le sigue el lapso de la oscuridad, para volver de nuevo la luz y la oscuridad; repitiéndose el ciclo constantemente.
La arqueología moderna ha demostrado que la civilización del género humano se inició con el pueblo de los sumerios, en la Mesopotamia.
Iniciaron la civilización por sus inventos, siendo el mayor de ellos la escritura, pues a partir de entonces se acabó la prehistoria e inició la historia. Inventaron también la rueda y la agricultura, ésta última que los obligó a agruparse junto a los sembradíos, surgiendo así las primeras ciudades.
Los sumerios establecieron la duración del día en 24 horas, la semana de 7 días y el año de 365 días; es decir, fueron los primeros que midieron el tiempo.
Posteriormente, lo hicieron los mayas, en México, con mucha más precisión; sobre todo, la duración del año. Esto lo lograron porque eran astrónomos y matemáticos; más adelantados aún que los europeos del siglo XVI.
Volviendo al tiempo, el universo tiene 13,700 millones de años de existir. La Tierra tiene 4,650 millones de años de existir. Esos tiempos tan grandes me hacen pensar lo insignificante que es la duración de la vida de los seres humanos, si la comparamos con la del universo y la de nuestro planeta.
El párrafo anterior me lleva a otra consideración: Como pensaron los grandes filósofos griegos del siglo IV a.C.; el ser humano está constituido de cuerpo y alma.
Yo estoy convencido de lo mismo; pero meditando en la palabra de Jesús de Nazaret.
Considero que el alma es inmortal; que el alma nos la dio Dios y, en consecuencia, tiene parte de su divinidad, lo que la hace eterna. Por eso soy escatológico.
México, D.F. 08/19/2007
Ing. Civil Raúl Zepeda Chanona
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